Félix de Azara

En su denominación la institución rinde homenaje a Don Félix de Azara, fue un verdadero ilustrado del siglo XVIII que se mostró deseoso de adquirir conocimientos y mejorar el mundo que lo rodeaba. Así lo manifestó claramente durante su actuación en la región rioplatense entre 1782 y 1801. En esos años se dedicó a los estudios zoológicos (particularmente de aves y mamíferos), geográficos, cartográficos, etnográficos e históricos. Se convirtió en un precursor de los naturalistas sudamericanos del siglo XVIII y en el primer geógrafo de la región.

 

Félix de Azara nació en Barbuñales (Huesca, España) el 18 de mayo de 1742. Su padre, Alejandro de Azara y Loscertales, era Barón de Pertusa y Señor de Barbuñales y de Lizara. En su familia, de buen pasar, también alcanzaron posiciones sociales destacadas sus hermanos: Eustaquio, que llegó a ser obispo de Barcelona; José Nicolás, que se desempeñó como diplomático al servicio de Carlos III y Carlos IV; Mateo, que integró la Audiencia de Barcelona; y Lorenzo, que ejerció como profesor en la Universidad de Huesca y Deán de su Cabildo Catedralicio.

 

Los estudios de nivel universitario los inició en su ciudad natal pero luego prefirió seguir la carrera de las armas. Elección comprensible en un ilustrado, pues mientras que en las Universidades Españolas de mediados del siglo XVIII predominaba un cerrado escolasticismo, en las Academias Militares y en los Seminarios de Nobles se enseñaba ciencia moderna.

 

Ingresó como cadete en el Regimiento de Infantería de Galicia y ya en 1765 pasó a la Academia de Ingeniería Militar de Barcelona. En 1767 alcanzó el grado de Subteniente de Infantería e Ingeniero delineador de los ejércitos nacionales, plazas y fronteras. Ingresó al Cuerpo de Ingenieros, destacado brevemente en Barcelona, y poco después por encargo real efectuó trabajos de ingeniería e hidráulica en las campiñas de Alcalá y de Guadalajara. Con posterioridad pasó a Mallorca, donde trabajó en obras de fortificación y regresó a la capital catalana, donde permaneció hasta 1775.

 

En 1775 estalló la guerra entre España y Argelia, y Félix de Azara participó en ella. Fue herido de gravedad y el Conde de Fuentes lo trasladó en barco a la Península Ibérica. Debido a una infección que se le originó en su herida, permaneció convaleciente durante cinco años. Una vez recuperado se incorporó en 1780 a la guarnición de San Sebastián con el grado de Teniente Coronel de Infantería y al año siguiente se le ordenó presentarse ante el embajador de España en Lisboa. Se le reconoció el grado de Capitán de Fragata de la Armada y partió hacia Sudamérica como Comisario de la Tercera Partida Demarcadora de Límites. El 12 de marzo llegó a Río de Janeiro y el 13 de mayo arribó a Montevideo.

 

Según el Tratado de Tordesillas de 1494, una comisión mixta hispano-portuguesa debía establecer un meridiano que separaría las tierras españolas (al oeste) de las portuguesas (al este). Dicho meridiano no se había trazado, entre otras causas porque a los portugueses les interesaba tener fronteras imprecisas de manera tal que pudieran avanzar hacia el oeste en busca de esclavos y de piedras preciosas.

 

Por otra parte las ciudades que fundaban los españoles eran en muchas ocasiones efímeras y sus pobladores estaban poco instruidos y pobremente equipados, mientras que por el contrario los portugueses creaban bandairantes, poblaciones de múltiples nacionalidades y mercenarios que acudían con sus familias a Brasil en busca de tierra y metales preciosos. Los bandairantes se introducían progresivamente en territorio español para ejercer el contrabando. Estas causas sumadas a otras como la fundación de las misiones jesuíticas en la zona fronteriza en litigio retrasaron la demarcación de límites entre territorio español y portugués.

 

En 1750 se hizo un nuevo tratado, en el que España se vio perjudicada con respecto a lo que disponía el Tratado de Tordesillas. Con el objetivo de evitar el avance portugués favorecido por la ausencia de una frontera delimitada, Félix de Azara -junto a los comisarios de otras cuatro partidas demarcadoras- fue enviado a la región rioplatense para realizar los trabajos de reconocimiento, geodesia y mensura que permitieran fijar definitivamente los límites entre las colonias españolas y portuguesas.

Para 1783 se encontraba en Buenos Aires, desde donde se dirigió a Río Grande para tratar sin éxito de relacionarse con la correspondiente partida demarcadora portuguesa. Una vez de regreso partió desde Buenos Aires hacia Asunción en enero de 1784. Llegó a destino en el mes de abril y se vio impedido de cumplir su misión por la ausencia de la comisión portuguesa. Para 1790 ya había perdido las esperanzas de que tal comisión llegara, así lo deja entrever en su obra Geografía física y esférica del Paraguay (que permaneció manuscrita hasta 1907). Sin poder cumplir su misión decidió dedicar su tiempo a describir la región en todos sus aspectos, tomando en cuenta desde los pobladores hasta la fauna y la flora, confeccionando mapas y relacionándose con pueblos aborígenes. Navegó por el Pilcomayo y contorneó el sistema de humedales del Iberá. Realizó sucesivas expediciones hasta 1788 y en los años siguientes de permanencia en el Paraguay ordenó de manera sistemática sus apuntes. Como sus instrucciones eran permanecer a la espera de la comisión portuguesa, muchos de los viajes que efectuó los hizo sin autorización y con sus propios recursos. Para no levantar sospechas escondía los aparatos de medida y demás instrumentos que llevaba en sus exploraciones.

 

En 1789 envió a España su primer manuscrito: Apuntamientos para la historia natural de las aves de la provincia del Paraguay y al año siguiente logró completar en Asunción su obra: Geografía física y esférica del Paraguay. En 1793 entregó al Ayuntamiento de Asunción un completo mapa de la región, al cual le anexó una descripción histórica, política y geográfica, conocida como: Descripción histórica. Tres años más tarde fue trasladado a Buenos Aires para inspeccionar la frontera sur, adonde llegó en el mes de marzo, y recorrió la zona de Areco, Luján, Mercedes, Guardia del Monte y Chascomús, continuando después por el curso del río Salado. De ese mismo año data su primer manuscrito sobre Quadrúpedos del Paraguay, que le envió a su hermano Nicolás, quien por entonces se encontraba en Francia como embajador. Su hermano le enseñó la obra a Cuvier y la hizo traducir al francés y publicar en 1802. En la segunda mitad del año 1797, mientras estaba en Buenos Aires, fue comisionado a la Banda Oriental, siempre en relación con los problemas fronterizos. Recorrió el área y planificó la creación de una población de avanzada en la frontera: San Gabriel de Batoví. La corrupción fronteriza y los avances solapados de los portugueses malograron sus esfuerzos.

 

Tenía conocimientos de matemáticas y ciencia moderna pero como naturalista no disponía de una adecuada preparación, motivo que no le impidió en lo absoluto elaborar una obra sólida, que fue admirada en Europa por sus métodos de clasificación, sus teorías y su profunda observación. Dejó como huella de su paso americano el testimonio de sus valiosas obras, pioneras en el estudio de la biota y del medio geográfico, etnológico e histórico del área que recorrió. Son ellas: Descripción e historia del Paraguay y Río de la Plata; Geografía física y esférica de las provincias del Paraguay y Misiones guaraníes; Viajes por la América Meridional; Apuntamientos para la historia natural de los pájaros del Paraguay y Río de la Plata; Apuntamientos para la historia natural de los cuadrúpedos del Paraguay y Río de la Plata; y Memoria sobre el estado rural del Río de la Plata.

 

El método que usó como naturalista le permitió corregir afirmaciones erróneas formuladas por Buffon y se opuso al fijismo de las especies, aunque esto último lo hizo más intuitivamente que discursivamente en el contexto del saber biológico de su tiempo. A los animales los clasificaba, los estudiaba en su medio, los medía, observaba sus colores, marcaba las diferencias entre machos y hembras, y los dibujaba. Azara era consciente de que no conocía los métodos de clasificación de Linné así como tampoco los nombres dados por Buffon a distintas especies, por tal motivo pidió a España la obra de Buffon, la que recibió en Buenos Aires, en 1796. Para entonces ya había solucionado el inconveniente de clasificación de los pájaros y tenía concluida su obra Apuntamientos para la historia natural de los pájaros del Paraguay y del Río de la Plata. No obstante la obra de Buffon le sirvió para recoger datos sobre los cuadrúpedos del Paraguay y del Río de la Plata según la taxonomía buffoniana. Pudo constatar que Buffon desconocía muchas especies americanas y a otras tantas las conocía mediante ejemplares de gabinete que estaban deteriorados por el traslado y las malas condiciones de conservación. Inicialmente su obra no tuvo aceptación y los ejemplares recolectados por él fueron descartados, tal como ocurrió con las cuatrocientas aves que envió a Floridablanca en 1789. El ministro las remitió al vicerrector del Gabinete Real de Historia Natural, José Clavijo Fajardo, quien no reparó en el verdadero valor de tal colección y mostró absoluto desinterés aludiendo a que los especímenes tenían nombres aborígenes y no eran mencionados en las obras de Buffon y ni en las de Linné.

 

Como es de esperar en un verdadero ilustrado, su obra no se restringe a las ciencias naturales, en su personalidad polifacética abordó también estudios humanistas como etnógrafo, filósofo, historiador, crítico y literato.

 

Fue sumamente laborioso y lo hizo sin jactancia, casi como lo más natural de lo que debía cumplir en su estadía americana. En toda su documentación existente se aprecia su humildad, sinceridad, honradez y buen juicio, así como su fe en el progreso de los pueblos que conoció. Los gastos que demandaron sus viajes por la región rioplatense fueron afrontados por él mismo, ya que a pesar de su alta misión técnico-política, se encontró sin el apoyo, las provisiones y las instrucciones de la metrópoli. Contó para sus estudios con un precario instrumental, al que, incluso, debió esconder en más de una ocasión para no delatar sus actividades que podían alarmar o despertar recelo en la burocracia española y en la sociedad colonial.

 

Efectuó una obra descriptiva fundamental sobre la zoología, la geografía y la etnografía del área rioplatense de la América meridional que incluso influenció a naturalistas posteriores como Charles Darwin.

 

Cuando en 1801 regresó a Europa, conoció en París por intermedio de su hermano José Nicolás a destacados naturalistas y fue acogido por prestigiosas sociedades científicas. En 1805 aceptó ser miembro de la Junta de Fortificaciones con motivo de la guerra con Francia. Ese mismo año se retiró a Barbuñales y falleció allí el 20 de octubre de 1821.

Una reseña sobre la vida y obra de Félix de Azara (2017). Aquí se puede acceder a la misma de forma libre y gratuita.

Félix de Azara, la evolución de un naturalista de frontera (Radio Nacional de España, 2017). Documental sonoro de Álvaro Soto en el que participó la Fundación Azara.

De Barbuñales a Asunción. Aquí se puede acceder a la canción que en homenaje a Félix de Azara compuso para la institución el cantautor argentino Damián Lemes.

Félix de Azara, a 200 años de su fallecimiento (2021). Aquí se puede acceder al documental producido por la institución en ocasión del bicentenario de su fallecimiento.

Félix de Azara (1742-1821), a 200 años de su fallecimiento (2022). Aquí se puede acceder al libro de forma libre y gratuita.